martes, 30 de marzo de 2010

ECOBOT: Robots Carnívoros

En 2002, el equipo IAS de la Universidad West of England de Bristol desarrolló Ecobot I, un robot autosuficiente que obtenía la energía necesaria para su funcionamiento de la descomposición de azucares, demostrando la fiabilidad de la obtención de electricidad a partir de sustratos biológicos.

Dos años más tarde, el mismo equipo consiguió obtener esa energía de la descomposición como moscas muertas o fruta podrida. Este robot, llamado EcoBot II, se convirtió así en el primer robot "carnívoro".

Gracias a las bacterias disueltas en las células de combustible microbiano, la biomasa se descompone en azúcares convirtiendo la energía bioquímica en electricidad, lo que activa al robot. En el otro electrodo de la pila, el oxígeno actúa como agente oxidante provocando el movimiento de los electrones y produciendo así agua.

Dada la simplicidad de los requisitos exigidos, el abanico de posibles alimentos es prácticamente ilimitado, ya que los azúcares, y por extensión, los hidratos de carbono, se encuentra en toda la biomasa, y el oxígeno es fácilmente obtenido del aire, al constituir su 21 %.




A pesar de lo innovador de este ingenio, la cantidad de energía que suministra su fuente es muy limitada, lo que se traduce en una raquítica cadencia en los movimientos del robot, unos 10 centímetros por hora. Sin embargo, aunque la densidad de energía que proporciona es mucho menor al de una pila alcalina, la célula microbiana puede proporcionar energía de una forma continua durante años.

Ecobot III fue un proyecto que buscaba aumentar la eficiencia optimizando los ingenios precedentes mediante un mecanismo de ingestión, digestión artificial y excreción de desechos sólidos. A su vez, contaba con circuitos electrónicos de baja potencia, y se redujo el peso de las diferentes partes con el objetivo de conseguir un movimiento fluido del robot, a pesar del reducido aporte energético.

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