lunes, 6 de junio de 2011

Cuidado con los Alimentos crudos



El caso alemán (no eran pepinos españoles y ahora puede que sea la soja sajona) nos ha vuelto a recordar la importancia de comer seguro para comer sano. No siempre tomamos las debidas precauciones con los alimentos, especialmente con los crudos.



Comer alimentos crudos, es decir, productos de origen animal o vegetal que no se han sometido a procesos culinarios de aplicación de calor, es un factor de riesgo. Y es que el calor es un poderoso higienizante que elimina microorganismos de los alimentos, algunos de ellos capaces de provocar enfermedades.



Como recuerda Consumer, las personas que se alimentan solo o casi de forma exclusiva de productos crudos, los llamados crudívoros, tienen mayor probabilidad que el resto de la población de sufrir una alteración alimentaria, aunque todos los consumidores incluyen alimentos crudos en su dieta. Es más, debe ser así para que ésta se considere sana.



La Organización Mundial de la Salud recomienda consumir cinco raciones de frutas y hortalizas crudas al día para alcanzar un equilibrio nutricional, pero no sin tomar ciertas precauciones sanitarias.



Dos son las medidas de precaución básicas a la hora de comer alimentos crudos:



■El producto debe ser de confianza y estar fresco.

■Hay que extremar las medidas de higiene en cuanto a conservación y manipulación.





Verduras y hortalizas:



Son los alimentos que se consumen crudos de forma más generalizada y pueden ser vehículo de transmisión de microorganismos patógenos o parásitos. La higienización alternativa al cocinado con calor sería la limpieza con agua y la posterior desinfección, que realizarse con una solución de agua con unas gotas de lejía, apta para desinfección de agua y alimentos, y posterior aclarado con agua del grifo o bien con soluciones comerciales.





Del mismo modo, es conveniente lavar también con agua potable todas las frutas, tanto si se consumen con piel como si no. No debemos olvidar que su manipulación puede provocar que posibles restos de sustancias no deseadas contaminen la pulpa.







Pescados y mariscos:



Los alimentos de origen marino pueden contener microorganismos, como vibrios, o virus, como el de la hepatitis A, todos inactivados por el calor del cocinado, aunque en el caso de consumirse crudos pueden originar enfermedades. Los moluscos bivalvos (ostras, mejillones, almejas...) son concentradores de microorganismos, por lo que resulta indispensable un proceso de depuración previo a su venta y consumo.



Un origen de confianza es, en la mayoría de los casos, garantía suficiente para un consumo sin consecuencias negativas para la salud. Los pescados y algunos mariscos pueden tener larvas de anisakis que, en el caso de consumirse crudas, podrían ocasionar problemas de salud. Los tratamientos térmicos son el método tradicional de inactivación de las larvas de anisakis.







Carnes, leche y huevos:



El consumo de carne cruda o poco hecha se relaciona con el desarrollo de toxoplasmosis, una patología peligrosa, sobre todo, durante el embarazo. Además, la carne puede albergar microorganismos contaminantes como Campylobacter, Yersinia o Salmonella, de forma especial, en las carnes de pollo o pavo, que pueden ingerirse en alimentos crudos o poco cocinados.



La leche es un alimento de origen animal que, por su gran riqueza en nutrientes, tiene capacidad para tener contaminantes microbiológicos. Un tratamiento industrial adecuado, en la mayoría de los casos, térmico, garantizará un alimento correcto desde el punto de vista sanitario. En caso de tratarse de leche casera cruda, deberá hervirse, incluso varias veces, para eliminar los posibles patógenos contaminantes.



Por razones nutricionales y de seguridad alimentaria, no es recomendable consumir grandes cantidades de huevo crudo. Éste contiene una sustancia denominada avidina, que actúa como antinutriente y puede originar una deficiencia vitamínica. Se ha detectado en culturistas que toman abundante clara cruda para incrementar su masa muscular.





¿Qué es un crudivoro?



Se considera crudívora a la persona que basa su dieta en alimentos crudos, es decir, sin tratamiento culinario alguno a base de calor. Muchos de estos alimentos son frutas y verduras u otros de origen vegetal, como cereales o legumbres germinadas, y se consumen tal como los proporciona la naturaleza.



Algunos crudívoros no son solo vegetarianos, sino que introducen otros productos crudos en su dieta, como el pescado o los huevos.

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