La Fuerza Aérea norteamericana arrojó durante años las cenizas de más de dos centenares de soldados estadounidenses muertos en Irak y Afganistán en un basurero cercano a Washington sin informar a las familias de los muertos y sin preocuparse de identificar a quienes correspondían los restos incinerados.
El diario The Washington Post informó ayer que, al menos, 274 soldados fueron sometidos a este tratamiento que va en contra de todos los reglas militares y de algunos principios históricos de las Fuerzas Armadas de buscar un digno descanso a aquellos que entregan su vida por la patria.
El Pentágono explicó ayer que sigue investigando esta violación de las regulaciones y dijo que este tratamiento secreto de los restos fue prohibido hace tres años una vez que fue descubierto.Según la investigación realizada por el Post, las cenizas eran de soldados que murieron en atentados con bombas y cuyos cuerpos regresaron a casa destrozados.
Los cadáveres son enviados desde Kabul y Bagdad a la base militar de la Fuerza Aérea en Dover, a las afueras de la capital, y, si la familia de los muertos lo solicita, incinerados "de una manera digna y respetuosa", según la ordenanza militar.
Sin embargo, los restos que no fueron identificados fueron incinerados y, sin informar a los familiares, arrojados en un basurero del condado de King George, en Virginia.
El Pentágono no tiene intención alguna de informar a las familias de quiénes pudieron ser las cenizas tratadas de esta manera durante los años 2004 a 2008.
"Nos tomará mucho tiempo y mucha gente para revisar todos los documentos necesarios", advirtió Jo Ann Rooney, la vicesecretaria del departamento de Defensa.
"No quieren investigar porque no desean que les hagamos preguntas que les dejarán muy mal ante la opinión pública", declaró ayer Rush D. Holt, un congresista de Nueva Jersey.
Desde el año 2008, los restos de los soldados muertos en combate que no son identificados son incinerados y sumergidos en el mar.
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