miércoles, 9 de diciembre de 2009

LAS SONDAS MER, ¿NOS ESTÁN MOSTRANDO VIDA MARCIANA?

El satélite de la NASA Mars Global Surveyor, en órbita marciana desde 1998, ha fotografiado grandes objetos de simetría aproximadamente radial, que, individualmente, parecen arbustos frondosos, y colectiva- mente, llegan a formar "bosques." Estos se encuentran en latitudes entre unos 60 y 82 grados sur; es decir, en la zona donde cada invierno el terreno se cubre de hielo, pero donde, en verano, dicho hielo se evapora. Las fotos han estado disponibles a cualquier usuario de Internet desde octubre 2000, en el sitio mantenido por Malin Space Science Systems.

El propio dueño de esa empresa (que desarrolló la cámara fotográfica del satélite), las llamó "arañas." El conocido autor de ciencia-ficción Arthur C. Clarke [1], durante una conferencia en el Smithsonian de Washington, DC, fue tal vez el primero en públicamente interpretar estas fotos como árboles. Sin embargo, en la literatura científica, poquísimos han sido los autores (debemos destacar a Ness y Orme [2]) que han tenido la valentía de sugerir que de veras se trata de gigantescos organismos vivos, pues extienden sus ramas centenares de metros en todas direcciones por igual, aun si el terreno es irregular o inclinado. (Ningún proceso "meramente" físico puede desafiar así a la gravedad.)


En esas mismas latitudes (equivalentes a nuestro continente antártico), tenemos también el caso de las manchas obscuras que aparecen sobre ciertas dunas, dunas que, en otoño e invierno, se cubren de hielo: primero cae una gruesa escarcha de agua, y luego la temperatura baja a tal extremo, que cerca de un tercio de la atmósfera marciana (compuesta al 95% de anhídrido carbónico) condensa en forma de lo que nosotros llamamos "hielo seco." Terminando el frígido y obscuro invierno, el sol comienza a evaporar, primero, el hielo de anhídrido carbónico, y más adelante, el de agua, hasta que las dunas quedan desnudas y secas. Pero por espacio de algunos meses cada año marciano, se puede divisar gran número de manchas oscuras debajo del hielo, las cuales se descoloran a la medida que el hielo desaparece, y, al año siguiente, vuelven a aparecer en forma casi idéntica (pero mancha a mancha, se notan diferencias). Un equipo de científicos húngaros [3] ha escrito muchos artículos científicos sobre esto, y han presentado el tema a congresos de ciencia planetaria, destacando la naturaleza cíclica de estas manchas, que ellos interpretan como colonias de organismos fotosintetizantes; además, ellos proponen un mecanismo físico que explica la habitabilidad de la situación, a saber: durante los meses en que el sol, en aquellas latitudes, no se pone, el color obscuro de las manchas daría suficiente calor como para derretir una capita de agua líquida en la faz inferior del hielo, mientras la propia capa de hielo actuaría como frazada. Sin embargo, pese a los esfuerzos de dichos húngaros en difundir, tanto las fotos comparativas, como la explicación física, la gran mayoría de los científicos del mundo siguen (abril 2004) en una actitud de "tabú" frente al tema de vida actual en Marte (a diferencia de vida en algún remoto pasado); asombrosamente, dicha actitud afecta incluso a una mayoría entre aquellos que se consideran "astrobiólogos."

El presente ensayo fotográfico es un aporte a que dejemos de lado el "tabú," y examinemos bien las imágenes que diariamente estamos recibiendo desde el terreno, despojándonos de los prejuicios que alguna vez tuvieron justificación, pero que hoy día ya no (véase la sección "Discusión"). Las imágenes que aquí muestro, abarcan hasta mediados de abril 2004, y el lector juzgará por si mismo si de veras sugieren o no, la presencia de vida en la superficie marciana, hoy, en los lugares donde se encuentran los robots móviles llamados "Spirit" (en el cráter Gusev, de unos 150km de diámetro) y "Opportunity" (en Meridiani Planum, con un paisaje muy distinto).

Materiales y Método

Todas las ilustraciones que presento son recortes de fotos originales, copiadas de la galería de imágenes que NASA llama "crudas" [4] pero que, en verdad, están comprimidas en un factor de 20 o más, mediante el algoritmo "jpeg." Ofrecen dichas fotos en tonos de gris, 32 bit por pixel, 72 pixeles por pulgada (72 dpi), y recomiendo que, si el lector las desea ver en pantalla, ajuste la resolución de su pantalla a 72dpi para optimizar la experiencia visual. En algunos casos, los artefactos de compresión son muy evidentes, y en la mayoría de los casos el enfoque no es óptimo, pues, curiosamente, ni una sola cámara está provista de un zoom con autoenfoque. Para compensar, los controladores humanos están ordenando tomar cada escena varias veces, con distinto enfoque, y, del tiempo que uno dedique a examinar los originales, gran parte tiende a gastarse en escoger la foto menos borrosa. Aun en las fotos más nítidas, muchos de los detalles que deseo destacar tienen pocos pixeles, o poco contraste. Por ende, en la mayoría de los casos me he permitido aplicar un realce de contornos de un 15% en dirección normal (a diferencia de dirección diagonal), y para ello he usado únicamente el programa llamado GraphicConverter [5]. Cada vez que aparece el mismo recorte dos veces, y a menos que la reseña declare otra cosa, el lector podrá suponer que el primer recorte ha recibido un realce de contornos (en dirección normal) de un 15%, mientras que el segundo está sin retocar.

Resultados

El banco de imágenes (más de 25 mil a mediados de abril) que la NASA exhibe al público, contiene toda suerte de formas que, subjetivamente, parecen estar fuera de lugar en el paisaje marciano [7], y algunas de estas, aunque esporádicas, podrían tener una interpretación biológica. Pero en este ensayo quiero concentrarme en formas que no solo parecen orgánicas, sino que se repiten, con variaciones, en muchas imágenes, a veces provenientes de ambos sitios de exploración. Veamos:

Filamentos arqueados, en disposición radial, despegados del substrato. La Figura 1 muestra un detalle de tres imágenes sucesivas, tomadas por la sonda Spirit el 11 de marzo (Sol 66: sexagésimo-sexto día marciano) al borde del Bonneville (un cráter de 200 metros al interior del Gusev). Espero que se alcance a apreciar (mano izquierda, abajo) un haz de filamentos que se esparce en forma radial desde un punto: al menos dos de los filamentos, arqueados, cruzan por delante de una sombra, lo cual indica que están despegados de la piedra de donde emanan. (Algo así como un vilano.)



Una estructura tan obviamente frágil no podría haber sobrevivido la eyección causada por el impacto que formó al cráter Bonneville. Su fragilidad indica que tampoco puede tratarse de una estructura antigua en un sentido geológico. Infiero, pues, que se trata de una estructura que ha crecido ahí mismo, recientemente.

Hasta mediados de abril, aun no lograba yo encontrar otro ejemplo semejante, de entre las fotos de Spirit, pero entre las de Opportunity, tomadas con aumento (Microscopic Imager, aproximadamente 30 micrones por pixel) aparecieron el 8 de abril (Sol 73, planicie Meridiani) varias instancias de piedrecitas vecinas conectadas por puentes filamentosos, que ilustro en la figura 2, donde se pueden apreciar varios casos de tenues motivos radiales.



Filamentos sedosos, que parecen telarañas. Tanto en la Tierra como en Marte, existen rocas con formas fluidas o caladas. Sin embargo, lo que la figura 3 nos muestra de perfil (abajo, a mano derecha) es algo así como una cortina de muselina, que envuelve a la roca subyacente, cuyos rasgos se vislumbran a través de la cortina. Por ende la "muselina" es de menor antigüedad que la roca, y vemos que tiene una contextura fibrosa. En los otros dos cuadros de la figura 3, observamos una gran cantidad de partículas que parecen suspendidas; en varios casos, estas forman una línea punteada delante de una grieta. Debemos inferir, pues, que se trata en esos casos de una fibra invisible, tendida entre los labios de la grieta, y que ha atrapado partículas del aire. Marte tiene dos estaciones de mucho viento, y fibras tan delgadas, necesariamente tienen que ser muy frágiles; su mera existencia delata, pues, algún proceso que año a año las renueva. La casi ausencia de oxígeno en la atmósfera marciana (0.13%) hace inverosímil la existencia de animales ambulantes. Sin embargo, si un hilo tan fino creciera como crecen las hifas, difícilmente sería capaz de cruzar un espacio vacío como el que vemos, manteniendo tensión suficiente como para formar aquellas líneas punteadas. Cabe preguntarse, pues, qué tipo de agente es el que construye semejantes puentes, adherentes, en direcciones cruzadas; cómo lo hace, y con qué propósito.

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