viernes, 13 de enero de 2012

Un nuevo calendario idéntico cada año

                            



Imagínese que su cumpleaños cayera el mismo día de la semana, año tras año.Lo mismo que la Navidad, el Día de la Independencia Nacional o cualquier otro festivo patrio o religioso aprobado por el gobierno del país donde vive.



Ahora mire su reloj, vea la hora e imagínese que esa es la misma hora que están viendo las otras personas en cualquier parte del mundo.



Eso es precisamente lo que proponen dos profesores de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos, que han diseñado un calendario universal donde las fechas nunca cambian de día y abogan por la eliminación de las zonas horarias en todo el mundo.



Según los académicos, la adopción de su sistema haría la vida cotidiana más práctica además de ahorrar tiempo, dinero y errores.



El calendario vigente en la mayoría del mundo es el gregoriano, instituido por el papa Gregorio X en el siglo XVI cuando entró a reemplazar el calendario juliano que había sido impuesto por el emperador romano Julio César.



El que ahora se sugiere es el calendario permanente Hanke-Henry, llamado así por sus dos creadores, el economista Steven H. Hanke y el físico y astrónomo Richard Conn Henry.

Vacaciones



Cada quinto o sexto año podría haber una semana adicional de vacaciones.



Henry dijo a BBC Mundo que llevaba un buen tiempo pensando en la idea de un almanaque que no variara ya que estaba cansado de tener que preparar los horarios del mismo curso que enseñaría el año siguiente.



"Al final de cada año académico tenía que ver cuándo tendría que dictar mis clases a mis próximos alumnos, cuándo serían los exámenes, para cuándo preparar los seminarios y que nada entrara en conflicto con los días festivos", expresó. "Esto me tomaba horas enteras".



El profesor señaló que miles de personas en colegios, universidades y compañías en todo el mundo hacen lo mismo año tras año y que es "completamente innecesario y un total desperdicio de tiempo".



En aras de la conveniencia y la práctica, Richard Conn Henry diseñó un calendario que conserva los doce meses tradicionales y divide el año en cuatro trimestres de 91 días cada uno.



Los primeros dos meses de cada trimestre tienen 30 días y el último 31. O sea: enero y febrero tendrían 30, marzo 31; abril y mayo 30, junio 31 y así sucesivamente.



Eso suma 364 días pero el año solar -lo que se toma la Tierra en girar una vez alrededor del Sol- es de 365 días y unas seis horas. Así que para ajustarse, el calendario permanente agrega cada cinco o seis años siete días al final de diciembre. Una especie de semana bisiesta.



Esos siete días añadidos podrían tomarse como vacaciones de fin de año, sugiere el profesor.

Ahorros



El profesor Henry le presentó la idea a su colega Steven H. Hanke para que aplicara teorías económicas a esa fórmula de contar el tiempo. Éste se entusiasmó y ahora los dos son postulantes del calendario permanente.



"De manera intuitiva se da uno cuenta de que eliminaría una cantidad de tiempo perdido al tiempo que se reducen errores", declaró Hanke a la BBC.



"La industria se beneficiaría, pudiendo elaborar contratos precisos, planear los días de producción, contabilizar los días trabajados de un empelado con exactitud y programar con facilidad las vacaciones y los asuetos"



"La industria se beneficiaría, pudiendo elaborar contratos precisos, planear los días de producción, contabilizar los días trabajados de un empelado con exactitud y programar con facilidad las vacaciones y los asuetos", añadió.



El economista explica que los 364 días del calendario permanente son divisibles por siete, así que sería un número exacto y fijo de semanas en cada año, más esa semana extra cada quinto o sexto año.



"Aunque usted no lo crea, en este momento la hora en Australia es ahora mismo. Lo que dice la cara del reloj es sólo un símbolo"



Además de práctico, en términos contables la cantidad de dinero que está implicado es significativa.



"Hay que contar los días en la vida de un instrumento financiero como un bono o una hipoteca para calcular los intereses", dijo. "Un error en el conteo no es muy grande, pero su efecto acumulativo sí lo es".



Haciendo un cálculo con los bonos pendientes en todo el mundo, el profesor Hanke proyecta un error de US$130.000 millones anuales. "El PIB de un país como Hungría".



Los pilotos y los aeropuertos ya utilizan la hora común del meridiano de Greenwich.



La segunda parte de la propuesta de Hanke y Henry tiene que ver con la eliminación de las zonas horarias y el establecimiento de una hora común para todo el mundo, no importa dónde se encuentre uno.



"Es estúpido estar saltando de hora en hora por el mundo", indicó Richard Henry. "Ayer tenía programada una teleconferencia con gente de otra ciudad y me la perdí porque la hora que ellos dieron no correpondía a mi zona horaria".



Los profesores sugieren utilizar la hora del meridiano de Greenwich, en el Reino Unido y que todos los relojes del mundo marquen lo mismo.



"Aunque usted no lo crea, en este momento la hora en Australia es ahora mismo", resaltó Richard Henry. "Lo que dice la cara del reloj es sólo un símbolo".



El único cambio que se presentaría, afirma el académico, es que "en algunas partes del mundo las personas estarían despertándose y acostándose a horas raras".

Dormir hasta mediodía



En Sudamérica significaría que muchos estarían durmiendo hasta alrededor de las 12 del medio día.



"No habría problema ajustándose a eso", recalcó Steven Hanke.



"Los pilotos y todos los aeropuertos del mundo ya están sincronizados al meridiano de Greenwich u horario universal".



"Uno no se puede meter con el domingo. En nuestro calendario el domingo siempre cae el séptimo día de la semana"



Uno de los países que ha eliminado sus zonas horarias es China, mientras que Rusia, que tenía 11, las ha reducido a 9.



No es la primera vez que se intenta establecer un nuevo calendario. A mediados del siglo XX hubo un modelo presentado por George Eastman, de la famosa firma Kodak.



Su calendario de 13 meses de 28 días funcionaba, el único problema es que los días de descanso religioso, como el sábado judío y el domingo cristiano, fluctuaban por toda la semana.



"Por eso no funcionó", afirmó Hanke. "Uno no se puede meter con el domingo. En nuestro calendario, el domingo siempre cae el séptimo día de la semana".

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