viernes, 13 de enero de 2012
Vender a tus hijos por Facebook como remedio a la crisis
Dice la expresión que en muchos lugares de los Emiratos Árabes, si no puedes invitar a un desconocido a un plato de marisco en medio del desierto que cueste al menos 500 euros, no eres nadie.
Se desconoce si es esta cultura de ser grandilocuente para sobrevivir lo que está moviendo a un hombre saudí a vender a un miembro de su familia a través de Facebook, pero es la mejor explicación.
El hombre, cabeza de al menos una familia con una mujer, una hija y un hijo, intenta vender a este último a cualquiera que le pague 15 millones de euros. Además, está dispuesto a ir a un tribunal para completar la transacción. Y dice que lo necesita ya.
El gobierno le ha cerrado su negocio de préstamos por considerarlo ilegal y vive sumido en tales deudas que no puede proveer a su familia.
Ha intentado pedir un crédito pero, como tiene más de 35 años, se lo han denegado. Lo único que pide saber de antemano es dónde vive el posible comprador.
Resta saber si es una maniobra para llamar la atención o un intento desesperado, y muy poco pensado, de resolver una situación económica. El tráfico de niños, sobre todo los varones, está prohibido en Arabi Saudí.
Facebook también prohíbe cualquier anuncio que viole la ley de Estados Unidos. Y aunque es cierto que ambas instituciones son relativamente laxas con sus normas, lo que ha hecho el caso no es más que llamar la atención sobre el padre (ha aparecido en varios periódicos) sin reportarle ni un riyal saudí .
Sin embargo, poco se le puede objetar al hombre saudí si se ve el ejemplo de otros países, donde parece que los niños están reñidos con en el azote de los malos tiempos económicos.
En Grecia, donde un durísimo plan de recortes económicos ha dejado a muchas farmacias sin aspirinas, ya se cuentan por centenares los niños cuyos padres abandonan en albergues y refugios por no poder permitirse su manutención.
Niños pequeños de dos años, un poco más crecidos de ocho... Hijos de padres que llevan más de un año buscando trabajo y que vivirán mejor en otras manos. Algunos aparecen en las puertas de los albergues sujetando carteles de "No puedo mantenerlo" en sus pequeñas manos.
Parece tratarse, en este caso, de una desgracia más que de una medida de ahorro. María es una madre que tuvo que abandonar a su hija, Anastasia, de ocho años, y ahora, confiesa, "Cada noche, lloro sola en mi casa, pero ¿qué voy a hacer? Me parte el corazón, pero no tenía elección". Ahora trabaja en una cafetería, donde gana unos 20 euros al día. Sigue sin ser suficiente.
Uno de los albergues que más ha acusado este auge de familias rotas es el Arca del Mundo, en Atenas. Lo ha fundado Antonios Papanikolaou, quien explica: "En el último año hemos visto a cientos de padres que quieren dejarnos a sus hijos con nosotros.
Nos conocen y confían en nosotros. Dicen que no tienen dinero o casa o comida para sus hijos, y que esperando que nosotros podamos darles lo que necesitan".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario